EL
MUNDO
2 enero
2023
Tres
de cada cuatro niños de hasta 12 años odian su cuerpo por la influencia de las
redes sociales
Cristina Galafate
Un nuevo estudio muestra que TikTok o Instagram suponen un "riesgo
significativo" para la visión que los jóvenes tienen de sí mismos y pueden
provocar problemas de salud mental. Entre 18 y 21 años se avergüenzan de su
físico, incluso, ocho de cada 10.
Cada vez hay más evidencias de cómo el mal uso de las redes
sociales está dañando la salud mental de la población. Además de robarnos un
tiempo considerable cada día, la tiranía de la felicidad y la irreal perfección
expuestas en plataformas como Instagram o TikTok
están afectando a la autoestima de los jóvenes. Un nuevo estudio de stem4, la
organización benéfica de salud mental juvenil revela que a tres de cada cuatro
niños de hasta 12 años no les gusta su cuerpo y se avergüenzan de su
apariencia, aumentando la estadística a ocho de cada 10 jóvenes de 18 a 21
años.
Se trata de una de las mayores encuestas efectuadas entre
niños, adolescentes y población en transición a la vida adulta sobre los
riesgos actuales y futuros de las redes sociales, que acaba de difundir el
británico The Guardian. Una muestra de 1.024
personas. En ella casi el 50% de los interrogados reconocieron odiar su físico
y haberse vuelto retraídos, la práctica de ejercicio excesiva, el fin de la
socialización por completo o las autolesiones infligidas debido al acoso o al
engaño que provoca esa idealización que genera
comparativas erróneas y envidias.
"Niños y adolescentes tienen un fácil y temprano acceso
a las redes sociales y tristemente en ellas se da una importancia excesiva a la
imagen corporal", alerta Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos.
Lo peligroso, según esta profesional, es que se idealiza una imagen extrapolada
y casi imposible. "Filtros, poses y demás aplicaciones tratan de moldear
un físico que raya una perfección inalcanzable e incluso irreal, ficticia y que
puede llegar a influir en la auto percepción de nuestros jóvenes".
Prácticas peligrosas
Cuatro de cada 10 jóvenes admitieron tener problemas de
salud mental en este estudio, con cerca de uno de cada cinco experimentando
auténticos problemas de malestar con su imagen corporal y el 14% llegando a
prácticas peligrosas como una alimentación extremadamente restrictiva, con
atracones de comida y provocándose el vómito. En estos casos más graves, solo
uno de cada 10 recibió tratamiento o ayuda externa profesional.
Desde stem4, responsable de propagar estos datos y basada en
Londres, se incide en la necesidad de un mayor esfuerzo para mejorar la
comprensión del impacto negativo que ejerce el contenido de las redes sociales
en la salud mental de los jóvenes "y el refuerzo creado a través de
algoritmos", explica la Dra. Nihara Krause, psicóloga
clínica consultora, directora ejecutiva y fundadora de este organismo de Reino
Unido.
El suicidio de Molly Russell
Allí, precisamente se ha disparado estos días el debate
sobre la responsabilidad de las redes sociales tras apuntar un tribunal por
primera vez a Instagram y Pinterest por el suicidio de Molly Russell, de 14
años. Esta niña fue hallada muerta en su habitación la mañana del 21 de
noviembre de 2017 en Harrow, Londres. Cuando su padre, Ian Russell, revisó el
correo electrónico de la joven en busca de alguna posible explicación de la
tragedia, pues la familia no sospechaba nada, encontró un mensaje en Pinterest
titulado "Pins de depresión que te pueden gustar" hacía solo dos
semanas.
Al continuar indagando en las redes sociales de su hija, se
percató de que ella compartió o reaccionó en Instagram ante más de 2.000
publicaciones relacionadas con el suicidio, las autolesiones o la depresión.
Una cuestión favorecida por el algoritmo de las redes sociales, que muestran el
contenido más similar al que busca el usuario, convirtiéndose en un círculo.
Sus búsquedas siguen generando publicaciones desencadenantes, lo que agrava el
problema.
En octubre de 2022, ambas tecnológicas tuvieron que
participar en un proceso legal debido a los efectos negativos de contenidos en
internet que podían haber afectado a su salud mental, abocándole al suicidio.
La historia de Molly ha supuesto, por tanto, un cambio significativo a efectos
de la opinión pública y ha provocado una crisis, al menos de imagen y proyección
pública, en Meta, la compañía matriz de Instagram, y en la comunidad de
Pinterest. Eso sí, sin afrontar ninguna de ellas multas o sanciones.
De forma prematura y mucho tiempo
Redes como las citadas, Facebook, TikTok
y Snapchat no aceptan a menores de 13 años, pero ese dato se puede falsear. De
ahí los preocupantes datos de esta encuesta, donde se muestra que el 97% de los
niños de hasta 12 años están presentes en las redes sociales. También existen
herramientas de control parental, pero un 70% de los sujetos menores
preguntados admitió pasar una media de tres horas y media al día
consultándolas, aunque, reconocen, les hacen sentir estresados, ansiosos y
deprimidos. No en vano, el 95% admitió la dificultad a la hora de dejar las
redes sociales.
La psicóloga Laura Palomares señala que es importante tratar
de mantener una comunicación y escucha activa con los hijos. "Esto
requiere de una atención regular y cotidiana, centrada en resonar con sus
preocupaciones, emociones y necesidades de forma constante y no puntual",
como clave fundamental. Aunque el día a día no permita apenas tiempo, añade,
"si conseguimos ratos a diario de calidad con nuestros hijos, aprenderán a
reflexionar, regularse emocionalmente y a sentirse valorados". Resultará fundamental
para prevenir estas situaciones y la influencia de las redes sociales en sus
vidas.
Consejos para padres y madres
La experta anima a ayudarles, desde el debate y la
reflexión, a ver que las redes abusan de una exposición excesiva de su vida e
imagen, y que en ellas se juzga casi constantemente lo que se sale de un
estereotipo idealizado. "También es fundamental no facilitarles el acceso
a móviles y otros dispositivos demasiado temprano".
Cada día, los jóvenes se enfrentan a una pantalla donde sus
referentes, famosos e influencers, cuentan con físico
muy marcado e idealizado, advierte Palomares. "El hecho de compararse y
querer alcanzar una imagen concreta puede llevarlos a cambiar conductas en su
ámbito privado, como comprobar constantemente las redes sociales y desarrollar
una actitud obsesiva e incluso compulsiva, generadora de mucha ansiedad y en
ocasiones de depresión". El refuerzo de los "me gusta", además,
"denota una excesiva dependencia de la aprobación social", añade la
especialista.
En otro estudio del pasado mes de noviembre publicado en
PLOS ONE, se analizaron los mensajes predominantes en TikTok
en Estados Unidos y la etiqueta #weightloss [pérdida de peso] contaba con más
de 10.000 millones de visitas. Un 44% de los vídeos investigados ofrecía contenido
sobre la pérdida de peso y el 20% mostraba procesos del antes y el después de
una persona tras adelgazar. Pero lo alarmante es que solo 1,4% de dichos vídeos
era publicado por nutricionistas cualificados.
El cerebro no termina de desarrollarse hasta los 28 ó 30
años, ¿hasta qué punto puede un niño o un adolescente asumir esta presión de
imagen constante? "Retrasar el acceso a dispositivos, pantallas y, desde
luego, a las redes sociales, al menos hasta los 15 años sería beneficioso. Pero
lo cierto es que viven en un mundo donde la tecnología es lo normal y habrá que
encontrar ese equilibrio entre su uso moderado y exposición gradual, para que
no se sientan desplazados de su realidad", recomienda Palomares.
La autoestima de un joven continúa la psicóloga, requiere
del hábito de comunicación, escucha y límites. "Esto genera un vínculo de
seguridad que les hace sentir respetados y valorados por quienes son, no por lo
que hacen o por sus logros si un día sacan un sobresaliente y lo celebramos con
ellos puntualmente. Esta es la mayor protección que podemos darles para ser
emocionalmente independientes y que no tengan que buscar la aprobación
fuera". De lo contrario, buscar el reconocimiento en forma de like les convierte en más vulnerables, concluye.